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lunes, 1 de febrero de 2021

lunes, 17 de diciembre de 2012

Leyendo el Quijote. 1ª Parte. Capítulo 46


Capítulo 46: De la notable aventura de los cuadrilleros, y la gran ferocidad de nuestro buen caballero don Quijote
 
Como recordaréis, dejamos a nuestro caballero envuelto en una nueva discusión (cómo no!) y a los cuadrilleros de la Santa Hermandad  dispuestos a llevárselo preso si no fuera por la intercesión del cura, que les demostró fehacientemente (aunque le costó bastante) que era inútil llevarse a un loco como él, pues no había justicia alguna que pudiera aplicarse a alguien en tal situación.
 
El caso es que
Finalmente, ellos, como miembros de justicia, mediaron la causa y fueron árbitros della, de tal modo, que ambas partes quedaron, si no del todo contentas, a lo menos, en algo satisfechas, porque se trocaron las albardas, y no las cinchas y jáquimas; y en lo que tocaba a lo del yelmo de Mambrino, el cura, a socapa y sin que don Quijote lo entendiese, le dio por la bacía ocho reales; y el barbero le hizo una cédula del recibo y de no llamarse a engaño por entonces, ni por siempre jamás, amén.
 
Aún quedaban otras cuestiones que solucionar, como era el que don Luís de ningún modo estaba dispuesto a regresar a su casa. Todo se fue apaciguando y aclarando, de modo que pareción volver la paz a la venta, si no fuera porque el ventero había visto cómo el cura pagaba al barbero y quería (y en realidad era justo) que se le recompensara por los odres de vino y otros daños que don Quijote le había ocasionado
 
Todo lo apaciguó el cura y lo pagó don Fernando, puesto que el oidor, de muy buena voluntad, había también ofrecido la paga; y de tal manera quedaron todos en paz y sosiego,
 
Pero conociendo a don Quijote ya sabemos que esto no podía durar, y así, viendo que las cosas se tranquilizaban, decidió que era el momento adecuado para proseguir con su aventura y restaurar a la princesa Micomicona en su reino:
 
La partida sea luego, porque me va poniendo espuelas al deseo y al camino lo que suele decirse que en la tardanza está el peligro. Y pues no ha criado el cielo, ni visto el infierno, ninguno que me espante ni acobarde, ensilla, Sancho, a Rocinante, y apareja tu jumento y el palafrén de la reina, y despidámonos del castellano y destos señores, y vamos de aquí luego al punto.
 
Responde Sancho dudando que la historia de la tal princesa sea cierta, ya que la había visto  
hocicando (besándose) con alguno de los que están en la rueda, a vuelta de cabeza y a cada traspuesta. Y el caso es que tenía razón, pues no podían evitar los enamorados esas muestras de cariño entre ellos, aunque intentaban hacerlas a escondidas. No obstante, le pareció mal a nuestro caballero semejante grosería y no se privó de decirlo:
 
¡Vete de mi presencia, monstruo de naturaleza, depositario de mentiras, almario de embustes, silo de bellaquerías, inventor de maldades, publicador de sandeces, enemigo del decoro que se debe a las reales personas! ¡Vete, no parezcas delante de mi, so pena de mi ira!
Y diciendo esto, enarcó las cejas, hinchó los carrillos, miró a todas partes, y dio con el pie derecho una gran patada en el suelo, señales todas de la ira que encerraba en sus entrañas. A cuyas palabras y furibundos ademanes quedó Sancho tan encogido y medroso, que se holgará que en aquel instante se abriera debajo de sus pies la tierra y le tragara, y no supo qué hacerse, sino volver las espaldas y quitarse de la enojada presencia de su señor.
 
Quiso poner paz entre ellos la misma Dorotea, atribuyendo a "cosas de encantamiento" el que Sancho hubiera creído ver esos hechos, y ante semejante afirmación, don Quijote, creyéndolo "a pies juntillas" (luego os explico esta expresión) no sólo se mostró dispuesto a perdonarle sino que le mandó llamar. Estuvo conforme Sancho con que podían ser cosas de magos malvados, aunque recordase todavía el dolor de su manteamiento en aquella misma venta, que fue totalmente real.

 El caso es que volvieron las aguas a su cauce y elaborando una nueva estratagema para evitar nuevos lances,
 

 
 hicieron una como jaula, de palos enrejados, capaz que pudiese en ella caber holgadamente don Quijote, y luego don Fernando y sus camaradas, con los criados de don Luis y los cuadrilleros, juntamente con el ventero, todos, por orden y parecer del cura, se cubrieron los rostros y se disfrazaron, quién de una manera y quién de otra, de modo que a don Quijote le pareciese ser otra gente de la que en aquel castillo había visto.
 
Y convenciéndole como si de apariciones se tratase, consintió nuestro caballero en entrar en semejante jaula y dejarse llevar...
¡Seguimos!

lunes, 26 de noviembre de 2012

Leyendo el Quijote. 1ª parte. Capítulo 45.

Capítulo cuadragésimo quinto:  Donde se acaba de averiguar la duda del yelmo de Mambrino y de la albarda, y otras aventuras sucedidas, con toda verdad .
 
Veíamos en el capítulo precedente cómo las versiones sobre la bacía o yelmo de Mambrino ("baciyelmo" lo llama Sancho, muy acertadamente) eran bien distintas según las dieran nuestros protagonistas o su anterior propietario.
 
Esa diferencia obliga a los allí presentes a dar su opinión, y no desaprovecha el barbero la ocasión para reírse del hecho y, de paso, ganarse un poco más la confianza de Don Quijote, al que, como sabemos, querían hacer retornar a su casa. El caso es que comenta: Y así, y tras apoyar
 
-Señor barbero, o quien sois, sabed que yo también soy de vuestro oficio, y tengo más ha de veinte años carta de examen, y conozco muy bien de todos los instrumentos de la barbería, sin que le falte uno; y ni más ni menos fui un tiempo en mi mocedad soldado, y sé también qué es yelmo, y qué es morrión, y celada de encaje, y otras cosas tocantes a la milicia, digo, a los géneros de armas de los soldados; y digo, salvo mejor parecer, remitiéndome siempre al mejor entendimiento, que esta pieza que está aquí delante y que este buen señor tiene en las manos no sólo no es bacía de barbero, pero está tan lejos de serlo como está lejos lo blanco de lo negro y la verdad de la mentira; también digo que éste, aunque es yelmo, no es yelmo entero.
-No, por cierto -dijo don Quijote-, porque le falta la mitad (...)
 
Y así, y tras apoyar dichas palabras todos los que estaban en el complot (cura, Cardenio, ...) y las conclusiones a las que llega Don Quijote sobre los extraordinarios  sucesos que ocurren en ese castillo, dejan al pobre barbero en un estado de confusión tal que ya no sabe si es él quien no rige o se ha encontrado entre un grupo de personas que consideraba respetables y son a cual más loco.
 
Para aquellos que la tenían del humor de don Quijote era todo esto materia de grandísima risa; pero para los que le ignoraban les parecía el mayor disparate del mundo, especialmente a los cuatro criados de don Luis, y a don Luis ni más ni menos, y a otros tres pasajeros que acaso habían llegado a la venta, que tenían parecer de ser cuadrilleros, como, en efeto, lo eran. Pero el que más se desesperaba era el barbero, (...)
 
Estos que no entendían nada no pueden evitar el intentar mediar en lo que allí se discutía y, naturalmente, lo único que consiguen es liar aún más la insensata situación, aumentando las risas de los que sabían de la locura "quijoteril" y desconcertándoles aún más la airada reacción de nuestro caballero. ¡Vaya que si se lió!:
 
El barbero aporreaba a Sancho; Sancho molía al barbero; don Luis, a quien un criado suyo se atrevió a asirle del brazo porque no se fuese, le dio una puñada, que le bañó los dientes en sangre; el oidor le defendía; don Fernando tenía debajo de sus pies a un cuadrillero, midiéndole el cuerno con ellos muy a su sabor; el ventero tomó a reforzar la voz, pidiendo favor a la Santa Hermandad; de modo que toda la venta era llantos, voces, gritos, confusiones, temores, sobresaltos, desgracias, cuchilladas, mojicones, palos, coces y efusión de sangre. Y en mitad deste caos, máquina y laberinto de cosas, se le representó en la memoria a don Quijote que se veía metido de hoz y de coz en la discordia del campo de Agramante, y así dijo, con voz que atronaba la venta:
-Ténganse todos; todos envainen; todos se sosieguen; óiganme todos, si todos quieren quedar con vida.
 
En fin el más loco de todos fue el que vino a traer la paz y la cosas se apaciguaron, volviendo las aguas a su cauce. Pero no era cuestión de desaprovechar la ocasión, por lo que deciden presentar a Don Quijote a la Santa Hermandad, una excusa como otra cualquiera para terminar ya de devolverle a su casa, atado y encantado por una razón suficientemente fuerte para nuestro protagonista, que a pesar de todo aún exclama, indignado:
 
(...) decidme: ¿Quién fue el ignorante que firmó mandamiento de prisión contra un tal caballero como yo soy? ¿Quién el que ignoró que son exentos de todo judicial fuero los caballeros andantes, y que su ley es su espada, sus fueros sus bríos, sus premáticas su voluntad? ¿Quién fue el mentecato, vuelvo a decir, que no sabe que no hay ejecutoria de hidalgo con tantas preeminencias ni exenciones como la que adquiere un caballero andante el día que se arma caballero y se entrega al duro ejercicio de la caballería? ¿Qué caballero andante pagó pecho, alcabala, chapín de la reina, moneda forera, portazgo ni barca? ¿Qué sastre le llevó hechura de vestido que le hiciese? ¿Qué castellano le acogió en su castillo que le hiciese pagar el escote? ¿Qué rey no le asentó a su mesa? ¿Qué doncella no se le aficionó y se le entregó rendida, a todo su talante y voluntad? Y, finalmente, ¿qué caballero andante ha habido, hay ni habrá en el mundo, que no tenga bríos para dar él solo cuatrocientos palos a cuatrocientos cuadrilleros que se le pongan delante?
 
¡Seguimos!
 
 
 
 
 

viernes, 9 de noviembre de 2012

Leyendo El Quijote. 1ª parte. Capítulo 44.

Capítulo cuadragésimo cuarto:
Donde se prosiguen los inauditos sucesos de la venta
 
No era Don Quijote de los que se rinden, así que a grandes voces consiguió llamar la atención de los de la posada, no sin antes dar tiempo a la Maritornes de desatar el estribo para que no quedaran restos de su "trastada". El caso es que cuando acudieron y vieron de tal guisa a nuestro caballero, una vez que le hubieron desatado, comprobaron una vez más los que le conocían el grado de locura de nuestro caballero e informaron de ella a los recién llegados.
 
Estos caballeros venían en busca del enamorado de Doña Clara, del que, disfrazado de caballerizo, ya supimos por ella misma y por la prodigiosa voz que todos pudieron escuchar.
 
En fin, que aunque el ventero no supo dar noticias ciertas, los demás sí indicaron que dicho caballerizo podía ser el que buscaban, y se enzarzaron los cuatro caballeros con don Luis, que este era su nombre, al que encontraron dormido junto a un mozo de mulas, para llevarle, de grado o por fuerza, junto a su padre...
 
Ya a esta sazón habían acudido a la porfía todos los más que en la venta estaban, especialmente Cardenio, don Fernando, sus camaradas, el oidor, el cura, el barbero y don Quijote, que ya le pareció que no había necesidad de guardar más el castillo. Cardenio, como ya sabia la historia del mozo, preguntó a los que llevarle querían que qué les movía a querer llevar contra su voluntad a aquel muchacho.
-Muévenos -respondió uno de los cuatro- dar la vida a su padre, que por la ausencia deste caballero queda a peligro de perderla.
A esto dijo don Luis:
-No hay para qué se dé cuenta aquí de mis cosas; yo soy libre, y volveré si me diere gusto, y si no, ninguno de vosotros me ha de hacer fuerza.
 
Entretanto, quisieron aprovecharse del jaleo dos huéspedes para irse sin pagar, pero no era el ventero de los que descuidan sus intereses, por lo que desembocó la trifulca en una pelea tal que pidieron ayuda a D. Quijote. Contestó éste que, según las leyes de caballería, no podía meterse en nueva empresa si ya estaba comprometido en una (como le pasaba a él con la princesa Micomicona) y que, sin embargo, podría ayudarle si le daban permiso. Consiguió la autorización de Dorotea, como es lógico, pero había otro problema: no podía un caballero inmiscuirse en peleas "escuderiles", así que no había otra: sería Sancho el que debería ocuparse de ello.
 
Deja el autor el asunto de la pelea para volver a ocuparse de don Luis, a quien el padre de doña Clara ya había reconocido como el hijo de su vecino. Y con esta confianza, se relata:
 
-Señor mío, yo no sé deciros otra cosa sino que desde el punto que quiso el cielo y facilitó nuestra vecindad que yo viese a mi señora doña Clara, hija vuestra y señora mía, desde aquel instante la hice dueña de mi voluntad; y si la vuestra, verdadero señor y padre mío, no lo impide, en este mesmo día ha de ser mi esposa. Por ella dejé la casa de mi padre, y por ella me puse en este traje, para seguirla dondequiera que fuese, como la saeta al blanco, o como el marinero al norte. Ella no sabe de mis deseos más de lo que ha podido entender de algunas veces que desde lejos ha visto llorar mis ojos. Ya, señor, sabéis la riqueza y la nobleza de mis padres, y cómo yo soy el único heredero; si os parece que éstas son partes para que os aventuréis a hacerme en todo venturoso, recebidme luego por vuestro hijo;
 
No era fácil tomar una decisión tan comprometida sin pensarlo detenidamente, así que decidieron esperar. Pero el diablo no puede estar ocioso (o la novela sin acontecimientos), así que, cuando el ventero consiguió que se le pagase y estaban los demás huéspedes esperando el final del suceso entre don Luis y su vecino:
 
 el demonio, que no duerme, ordenó que en aquel mesmo punto entró en la venta el barbero a quien don Quijote quitó el yelmo de Mambrino, y Sancho Panza los aparejos del asno que trocó con los del suyo; el cual barbero, llevando su jumento a la caballeriza, vio a Sancho Panza que estaba aderezando no sé qué de la albarda, y así como la vio la conoció, y se atrevió a arremeter a Sancho,
 
 
 
Uno porfiaba en que le devolviesen lo suyo; los otros (don Quijote y Sancho) aclaraban que había sido ganado "en buena lid" y que bacía o yelmo ("baciyelmo" lo llama Sancho, para abreviar) había sido de muy buen provecho para don Quijote, pues le había librado de buenas pedradas.
 
Y así nos deja el autor en espera del nuevo capítulo.
 
¡Seguimos!

miércoles, 17 de octubre de 2012

Leyendo el Quijote. 1ª parte. Capítulo 43. El mozo de mulas y burla de la Maritornes.

Capítulo cuadragésimo tercero:

Donde se cuenta la agradable historia del mozo de mulas, con otros extraños acaecimientos en la venta sucedidos
 
Habíamos dejado a nuestros protagonistas y amigos escuchando una dulce voz que cantaba en las caballerizas. A todos llamó la atención por lo agradable que era. Tanto, que Dorotea no duda en llamar a una dormida Clara que, al despertar y oir la mencionada voz, lamenta más que celebra el que Dorotea la haya animado a oirla. ¿Por qué? ¡Oh, casualidad! Resulta que quien así cantaba, lejos de ser el mozo de mulas que todos creían, era un personaje principal que andaba en amores con ella (Clara)
 
-Este que canta, señora mía, es un hijo de un caballero natural del reino de Aragón, señor de dos lugares, el cual vivía frontero de la casa de mi padre en la corte; y aunque mi padre tenía las ventanas de su casa con lienzos en el invierno y celosías en el verano, yo no se lo que fue, ni lo que no, que este caballero, que andaba al estudio, me vio, ni sé si en la iglesia o en otra parte. Finalmente, él se enamoró de mi, y me lo dio a entender desde las ventanas de su casa con tantas señas y con tantas lágrimas, que yo le hube de creer, y aun querer, sin saber lo que me quería. Entre las señas que me hacia era una de juntarse la una mano con la otra, dándome a entender que se casaría conmigo; 

 Pero sucedía que consideraba imposible que estos amores pudieran llegar a buen fin porque...

-¡Ay, señora! -dijo doña Clara-, ¿qué fin se puede esperar, si su padre es tan principal y tan rico, que le parecerá que aun yo no puedo ser criada de su hijo, cuanto más su esposa? Pues casarme yo a hurto de mi padre, no lo haré por cuanto hay en el mundo. No querría sino que este mozo se volviese y me dejase; quizá con no velle y con la gran distancia del camino que llevamos se me aliviaría la pena que ahora llevo; aunque sé decir que este remedio que me imagino me ha de aprovechar bien poco. No sé qué diablos ha sido esto, ni por dónde se ha entrado teste amor que le tengo, siendo yo tan muchacha y él tan muchacho, que en verdad que creo que somos de una edad mesma, y que yo no tengo cumplidos diez y seis años; que para el día de San Miguel que vendrá dice mi padre que los cumplo.

El caso es que Dorotea no parecía dar mucha importancia a los obstáculos que Clara veía y le aconsejó que siguiera descansando y esperara la llegada del nuevo día.

Quienes no descansaban, queriendo vengarse de los líos que Don Quijote había provocado en la Venta en su visita anterior, eran la Maritornes y la hija de los venteros: Idearon una estratagema para burlarse de él y reírse a su costa, y así, mientras don Quijote en la caballeriza, subido en Rocinante y apoyado en su lanzón, parloteaba solo, según su costumbre, dirigiendo sus pensamientos a la "sin par Dulcinea", le llamaron desde un hueco que había en el pajar...

y luego en el instante se le representó en su loca imaginación que otra vez, como la pasada, la doncella fermosa, hija de la señora de aquel castillo, vencida de su amor, tornaba a solicitarle; y con este pensamiento, por no mostrarse descortés y desagradecido, volvió las riendas a Rocinante y se llegó al agujero, y así como vio a las dos mozas, dijo:

-Lástima os tengo, fermosa señora, de que hayades puesto vuestras amorosas mientes en parte donde no es posible corresponderos conforme merece vuestro gran valor y gentileza; de lo que no debéis dar culpa a este miserable andante caballero, a quien tiene Amor imposibilitado de poder entregar su voluntad a otra que aquella que, en el punto que sus ojos la vieron, la hizo señora absoluta de su alma. Perdonadme, buena señora, y recogeos en vuestro aposento, y no queráis con significarme más vuestros deseos que yo me muestre más desagradecido; y si del amor que me tenéis halláis en mí otra cosa con que satisfaceros que el mismo amor no sea, pedídmela; que yo os juro por aquella ausente enemiga dulce mía de dárosla en continente,

Le convence la Maritornes de que le ofrezca la mano, mientras tenía preparado el cabestro en el que estaba atado el asno de Sancho. No dudó Don Quijote en hacer lo que le pedían, pues era norma de caballero -y así lo había prometido- el acceder a lo que una dama le solicitase. Así pues, subido de pie sobre Rocinante para así llegar mejor al que él suponía ventanuco del palacio, Maritornes le ató, sujetando el arnés a la puerta, de manera que nuestro caballero quedó inmovilizado y así tuvo que permanecer toda la noche, con gran cuidado de que Rocinante no se moviera, o le partiría la mano. Y al verse de ese modo:

 
allí fue el maldecir de su fortuna; allí fue el exagerar la falta que haría en el mundo su presencia el tiempo que allí estuviese encantado, que sin duda alguna se había creído que lo estaba; allí el acordarse de nuevo de su querida Dulcinea del Toboso; allí fue el llamar a su buen escudero Sancho Panza, que, sepultado en sueño y tendido sobre el albarda de su jumento, no se acordaba en aquel instante de la madre que lo había parido; allí llamó a los sabios Lirgandeo y Alquife, que le ayudasen; allí invocó a su buena amiga Urganda, que le socorriese, y, finalmente, allí le tomó la mañana, tan desesperado y confuso, que bramaba como un toro; porque no esperaba él que con el día se remediaría su cuita, porque la tenía por eterna, teniéndose por encantado.

En eso, poco antes del amanecer, llegaron cuatro hombres de a caballo... Y ¡ya conocemos a Don Quijote!: en lugar de solicitar su ayuda, se entretuvo en sus usuales circunloquios. En fin, es gracioso leer los diálogos entre ellos y cómo consiguió nuestro protagonista lo contrario de lo que necesitaba y justo lo que de éste y de su locura podíamos esperar...
 
¡Seguimos!

viernes, 21 de septiembre de 2012

35.- "Ver la botella medio vacía"


"Ver la botella medio vacía"

 

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mariannavarro.net.Refranes
  Ante una misma realidad, siempre hay dos maneras de enfrentarse a ella:

 La optimista, la que ve en la botella aún la mitad de su contenido (medio llena) y lo que queda por disfrutar; y la pesimista, la que ve lo que ya no está, lo que se ha bebido (medio vacía) y ya no se podrá degustar.

 Así sucede ante cualquier situación en la vida, y por ello se suele decir figuradamente esta sentencia cuando  una persona está con el ánimo bajo, deprimida y sin ilusión para ver el lado positivo, el rayo de  esperanza al que agarrarse para salir de ahí.

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 Tenemos un genial ejemplo de optimismo en el personaje, a veces iluso y en ocasiones difícilmente creíble, de la exitosa película "La vida es bella" ("El niño con el pijama a rayas" de John Boyne, muestra la otra mitad).

Pero estamos de suerte los que vivimos en Madrid: el indiscutiblemente genial actor Rafael Álvarez, "el Brujo", capaz por sí solo de llenar un escenario y establecer una complicidad con él mientras dura la obra (he tenido el placer de verle como el Lazarillo y el Quijote), en gira desde Octubre del 2009, fecha de su estreno, representa en el Teatro Infanta Isabel, "El Testigo", de Fernando Quiñones (relato corto incluido en "Nos han dejado solos") en torno a la figura del cantaor flamenco -no se les suele denominar cantantes-, Miguel Pantalón.
 
En el escenario, tres mesas de taberna con botellas de fino siempre medio vacías como una metáfora de la vida misma del cantaor...

 

 

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jueves, 20 de septiembre de 2012

34.- "Tener un agujero en la mano"


"Tener un agujero en la mano"

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mariannavarro.net.Refranes
También se conoce como: "tener un agujero en el bolsillo" o, lo que es lo mismo... "Ser un manirroto". 

Todas estas expresiones se atribuyen a la persona derrochadora, incapaz de ahorrar, que gasta lo que tiene y muchas veces hasta lo que no posee, en base a créditos o préstamos que indefectiblemente llevarán a su ruina.
 
Pero, como sabemos, toda moneda o medalla tiene dos caras, por lo que esta imagen tiene también  un aspecto positivo para atribuirlo a la persona generosa, desprendida, que no tiene nada suyo y todo lo comparte.
 
Si Europa, en general, y España, en particular, tuvieran manos, probablemente se podría aplicar como motivo para estar en donde estamos, tras años aplicando las dos acepciones: gastando lo que no tiene y dando lo que no hay.
 
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Como sabemos, aun siendo muy parecidos, no son el mismo recurso la imagen o símil que la metáfora: la una recrea la realidad comparando (como en este caso), mientras que la segunda la sustituye. Trabajemos con ellas, así como con el uso de la r simple o múltiple en mitad de palabra (manirroto, arado).

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miércoles, 19 de septiembre de 2012

33.- "Quien a hierro mata, a hierro muere"


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mariannavarro.net.Refranes
Cada quién es responsable de sus actos, y aunque viendo ciertas situaciones resulte inexplicable que algunos personajes puedan seguir donde y como están, refranes como éste acaban cumpliéndose  en un elevado tanto por ciento.
 
Tomado, una vez más, de un pasaje bíblico en el que Jesucristo recrimina con esta sentencia a San Pedro, que ha dejado sin oreja  al judío Malco, y transmitido después a través del latín  Qui in gladio occiderit, gladio peribit , asegura que la persona violenta, la que mata a hierro (espada o 'arma blanca') es seguro que morirá también violentamente.

Por extensión, se aplica con el mismo sentido de "el que la hace, la paga", es decir, a la persona que se permite campar por sus respetos, hacer de su capa un sayo y, despreciando a los demás, saltarse todas las normas para conseguir su ambición.
 
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¿Buscamos ejemplos en la literatura y en la Historia y comprobamos si se cumple o no?
¿Quién dijo:

"Llamé al cielo y no me oyó
y pues sus puertas me cierra,
se mis pasos en la tierra
responda el Cielo, no yo" ?

jueves, 13 de septiembre de 2012

31.- "Más vale malo conocido que bueno por conocer"


"Más vale malo conocido que bueno por conocer"



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mariannavarro.net.Refranes

Relacionado, sin duda, con el refrán visto en "De abuelos a nietos" "Del agua mansa líbreme Dios, que de la brava me libro yo", nos hallamos de nuevo ante un aviso de prudencia: el camino de la experiencia es duro y mientras avanzamos por él no debe despreciarse ni dejarse de lado nada de lo que hayamos aprendido.

Os relato como ejemplo una experiencia personal acaecida con mi familia en un largo viaje en coche de Almería a Madrid, que duraba entonces de 7 a 8 horas.  Por evitar Despeñaperros (hace unos 20 años era un camino difícil por ser paso de montaña y encontrarse con muchos camiones a los que había que seguir largos tramos a una lentísima velocidad ante la imposibilidad de adelantarles) tomábamos la carretera que pasaba por Murcia.

Pues bien, conducía mi cuñado y le hablaron de un "atajo" sencillo para evitar el pasar por la ciudad... No sólo no ahorramos tiempo, sino que ese camino supuso casi dos horas perdidos de madrugada por la sierra hasta que reencontramos la Nacional.

Creo que el ejemplo es contundente y rotundo a favor del contenido del refrán de hoy. ¿No os parece? Buscábamos ahorrar tiempo, y tardamos dos horas más.

En conclusión, se trata de hacernos reflexionar sobre la tendencia a despreciar lo conocido y el afán de muchos de experimentar cosas nuevas... Aunque no siempre sea malo,  sí es cierto que "andar sobre seguro" basándose en lo que ya sabemos, nos ahorrará más de un contratiempo en determinadas facetas de la vida. Si bien es cierto que "quien no se moja, no coge peces". :)

miércoles, 12 de septiembre de 2012

30.- "Estar en el quinto pino"


"Estar en el quinto pino"

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mariannavarro.net.Refranes
Todos conocemos la expresión que indica estar algo muy lejos. Pero... ¿de dónde viene?

Investigando "por ahí" como suelo hacer para recoger material con el que poder argumentar la explicación del refrán, dicho o frase hecha que añado cada día, me he encontrado la explicación de esta expresión y me he apresurado a ponerla en vuestro conocimiento, pues no siempre es factible dar a ciencia cierta referencias sobre el origen de tal o cual expresión.

Pues bien, en el blog homónimo www.quintopino.org  se cuenta:

Estamos en el siglo XIX, en Madrid. Parece ser que entonces, en el Paseo del Prado, que era en aquella época la calle más larga de la ciudad, había plantados cinco pinos, separados a buena distancia unos de otros. La gente utilizaba aquellos árboles para citarse, y se citaban en el primer pino, en el segundo, o en el tercero, igual que hoy en día se queda en el oso y el madroño de Sol, o en la estatua de la Plaza Mayor.

Por tanto, quedar en el quinto pino era ir muy lejos, ya casi a las afueras de la ciudad y comienzo del campo. Y de ahí, y del uso que los escritores madrileños dieron a la expresión en los periódicos nacionales parece ser que viene la expresión y su difusión por toda España.

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Como libro relacionado, "El misterio del quinto pino", de Xavier Fàbrega y Ramon Homs. El enlace nos lleva a una ficha de lectura y comentarios para trabajar en clase.
 
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jueves, 6 de septiembre de 2012

29- "De casta le viene al galgo"


 
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Frase que solemos utilizar entre signos de admiración para celebrar y ensalzar  los méritos de alguien que procede de padre/madre conocido por sus virtudes y su buen hacer.
 
Y es que así como el galgo hereda de su raza su estilizada figura y su agilidad para la carrera, así los hijos aprenden de sus padres y pueden igualarles e incluso sobresalir en sus ocupaciones y oficios.
 
"Honra merece quien a los suyos se parece", dice otro refrán, y aunque en "De abuelos a nietos" ya hablamos del que afirma que "el nombre, ni quita ni pone"... es bien sabido que puede ser mucho más fácil el camino para quienes ya lo encuentran allanado por la experiencia de su familia.
 
Por desgracia, la Historia nos enseña que parece suceder al revés: los hijos de personas ilustres suelen alejarse de ellos para evitar esas comparaciones tan odiosas que parecen exigirles más por el hecho de venir de donde vienen.
 
En conclusión -cómo no- otro refrán: "Toda medalla tiene dos caras".
 
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Son numerosas las sagas familiares en la Historia con poder y negocios transmitidos de padres a hijos (los Borgia, los Medici, los Capeto, los Habsburgo, los Alba, los Nehru-Ghandi...) pero traigo en esta ocasión la de una familia americana a quien acompaña el éxito y la tragedia a partes iguales:

"Los Kennedy (Tiempo de Memoria)", de Collier, Peter y Horowitz, David
Cuando, en 1849, Patrick Kennedy llegó a Estados Unidos huyendo de la Gran Hambruna irlandesa, poco podía imaginar que, al cabo de pocas generaciones, sus descendientes encarnarían todas las grandezas y miserias del «sueño americano». En efecto, en unos años, esta familia de católicos emigrados se iniciaba en los manejos de la política local de la mano del abuelo Patrick Joseph. El hijo de éste, el mítico Joe Kennedy, erigió un imperio financiero y alcanzó el codiciado puesto de embajador en Londres a finales de los años treinta.
En 1960, al acceder a la presidencia del país, John Fitzgerald Kennedy no sólo se convirtió en uno de los presidentes más carismáticos de todos los tiempos, sino que encumbró definitivamente a su familia como epítome de la fama, la riqueza y el poder. Pero también planean abundantes sombras sobre esta fascinante saga: los asesinatos de John Kennedy y de su hermano Robert, y la espiral autodestructiva a la que se entregaron algunos jóvenes del clan en los años setenta y ochenta, hablan de una tragedia en la que se refleja una parte destacada de la historia contemporánea. (sinopsis tomada de Tusquets editores).

 
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miércoles, 5 de septiembre de 2012

martes, 4 de septiembre de 2012

28.- "Estar a las duras y a las maduras"


"Estar a las duras y a las maduras"

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mariannavarro.net.Refranes
 
El mejor estado de la fruta es cuando está "en sazón", en su punto justo de crecimiento. Muy pocos bocados hay tan agradables como el sabor y la frescura de una buena fruta de temporada, de un buen melón o sandía, por ejemplo, en verano.
 
Pero también sabemos el desagrado que produce comprobar que hemos adquirido un 'pepino' en lugar de un jugoso melón, por no hallarse maduro.
 
Pues bien, esto, trasladado a las relaciones humanas, al compañerismo, es lo que nos viene a decir el refrán de hoy:  la convivencia es fácil cuando las cosas van bien (cuando la fruta está madura, en su punto), pero hay que saber estar también en los malos momentos y no olvidar al amigo o compañero en apuros (aunque la fruta esté dura).
 
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Estos adjetivos sustantivados establecen tal relación con el sustantivo al que acompañaban, que pasan a tener sentido por sí solos convirtiéndose en el núcleo del sintagma nominal. No obstante, pueden crear ambigüedad. ¿Os habéis planteado alguna vez estos temas?

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lunes, 3 de septiembre de 2012

27- Hablemos de"prendas"


Hablemos de "prendas"

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mariannavarro.net.RefranesEstaba disfrutando con mis alumnos del famoso juego coreado con el "Antón Pirulero"(1), mientras repasábamos vocabulario al elegir los oficios y cada vez que alguien debía "pagar prenda".
 
Recordando nuestros dichos populares, observamos que son varias las frases que hablan de prendas y de algunas de ellas hablaremos en esta ocasión.
 
 Comenzamos, como tantas otras veces, buscando la definición de "prenda" que además de vestido y calzado, es cada uno de los componentes del ajuar y mobiliario de una casa y las virtudes que una persona posee. Y entonces entendemos mejor el sentido de expresiones como:
 
"Pagar una prenda ".- Dejar algo en señal, con la obligación de que se ha de rescatar, por lo que es lo mismo que "dejar en prenda ".
 
Tratándose de juegos como el que comentamos, el rescate de la prenda (anillo, chaqueta, zapato, lazo, un libro, etc...) pasa por tareas a cual más ingeniosa, dependiendo de la imaginación de quien 'dirige' el juego (en clase podría ser: recitar poesía, hacer un trabalenguas, cerrar los ojos y describir cómo va vestido alguien, etc...).
 
"No le duelen prendas".- Cuando una persona responde con sus actos ante los demás, como fiel cumplidor de sus obligaciones.
 
Con el mismo sentido positivo tenemos "es persona de muchas prendas" (con muchas virtudes), por lo que es lógico considerar como un piropo el andalucismo "prenda" como adjetivo calificativo: "¡Venga, prenda, dímelo!"
 
"No soltar prenda ".- Cuando alguien se mantiene firme en ocultar lo que sabe  al ser interrogado .
 
Y, cómo no, la referencia obligada a nuestro refranero: "Al buen jugador, no le duelen prendas" o "el buen pagador  no necesita prendas".
 
Lo que sí resulta curioso es que se atribuya el origen del  término "prenda" al latín 'pignora' , en un complicado cuadro evolutivo, cuando se utiliza "pignorar" como "empeñar", pero también como sinónimo de "sisar" o "trampear".
 
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(1).-  Antón, Antón, Antón Pirulero
 cada cual, cada cual atienda su juego,
 y el que no lo aprenda
  pagará una prenda.


viernes, 31 de agosto de 2012

26.- "Lo bueno, si breve, dos veces bueno"


"Lo bueno, si breve, dos veces bueno"

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mariannavarro.net.Refranes
Analizando el "poderoso caballero es don Dinero" de Quevedo, veíamos un claro ejemplo del modelo conceptista de escritura, cuyo principal teórico y autor de la sentencia que nos ocupa, fue Baltasar Gracián.
 
Frente al Culteranismo, corriente contemporánea y opuesta cuyo principal representante es Góngora, de escritura complicada y farragosa, el conceptismo defendía la gracia, la ironía y el doble sentido en frases cortas e ingeniosas que aguzasen la imaginación.
 
Según Menéndez Pidal, el conceptismo consiste en:
 
Comparación primorosa de dos ideas que mutuamente se esclarecen, y en general, todo pensamiento agudo enunciado de una manera rápida y picante.
 
Esta rapidez es puramente cortesana; en la Corte importa no perder ni hacer perder el tiempo: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno" y "más valen quintaesencias(1)  que fárragos (2)", son máximas extraídas de Gracián. (sic wikipedia)
 
Comprendido el origen de esta sentencia,  es fácil concluir su sentido y comprender el que sea utilizada cuando alguna lectura u orador se hace pesado por lo extenso. De ahí ha pasado a ser utilizada en general cuando un buen rato o momento placentero se hace corto, dejando ganas de más. Ya hemos visto también lo pesados que son los "rollos macabeos" :)
 
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(1) - Quintaesencia.- 1. f. quinta esencia (lo más puro, más fino y acendrado de alguna cosa).
(2) - Fárrago.- 1. m. Conjunto de cosas o ideas desordenadas, inconexas o superfluas.
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Por el origen de la expresión y por la riqueza de vocabulario empleada por los escritores de ambos estilos, pondríamos como modelo de escritura farragosa al propio Góngora, en su "fábula de Polifemo y Galatea
 
Estas que me dictó, rimas sonoras,
Culta sí aunque bucólica Talía, (Talía era la musa de la comedia y de la poesía bucólica o pastoril)
Oh excelso Conde, en las purpúreas horas
Que es rosas la alba y rosicler el día, (los colores del amanecer)
Ahora que de luz tu niebla doras, (juega con el nombre del Conde de Niebla, a quien dedica el poema)
Escucha, al son de la zampoña mía, (instrumento musical hecho con cañas huecas de distinta longitud. Ver imagen)
Si ya los muros no te ven de Huelva
Peinar el viento, fatigar la selva.

jueves, 30 de agosto de 2012

25- "Estar sin blanca" o "Poderoso caballero es don Dinero" 

"Estar sin blanca" o "¡Poderoso caballero es don Dinero!"

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No es necesario destacar, pues es de todos conocido y aceptado, la importancia que el vil metal tiene en esta nuestra mercantilista y materialista sociedad, dado que es el imprescindible medio para el trueque de servicios dados y recibidos, como confirma el tan conocido: "tanto tienes, tanto vales".

Así pues, "estar sin blanca", sin dinero, es una situación sumamente incómoda. Pero... ¿de dónde viene la expresión?

Pues me van a permitir que centre la explicación del refrán de hoy en otro dicho, el de "poderoso caballero es Don Dinero", haciendo un breve comentario de texto: el del poema que lo toma como título, del insigne Francisco de Quevedo y Villegas, que podemos escuchar y leer aquí.

¿Vamos allá?

Madre, yo al oro me humillo,
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado
anda continuo amarillo.
Se suele decir del enamorado que aún no ha conseguido la atención de su amada, que anda demacrado y con mal color de cara (tono amarillento), por lo que el poeta juega con ello dando ese sentido al reflejo de las monedas de oro.
Que pues doblón o sencillo
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
El doblón era una moneda de oro desde los Reyes Católicos, de  uso corriente y con distinto valor según épocas. Pues bien, sea "doble" o sencillo, permite conseguir lo que se quiere.
Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña;
 viene a morir en España,
 y es en Génova enterrado.
Éste es el camino que seguía el oro que venía de América a España y terminaba en las manos de los banqueros genoveses, que se dedicaban a hacer préstamos a la corona española.
Y pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero
El tener dinero convierte en hermoso ante los demás al aspecto más antipático o feo (fiero).
Son sus padres principales,
y es de nobles descendiente,
porque en las venas de Oriente
todas las sangres son Reales.
Usando el reales en mayúscula, como nombre propio, se refiere de nuevo al nombre de una moneda.
Y pues es quien hace iguales
al rico y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.
No importa si lo posee por su origen o por pedir limosna (pordiosero): el tener dinero, como la muerte, a todos iguala.
 ¿A quién no le maravilla
ver en su gloria, sin tasa,
que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
De ahí viene el "estar sin blanca" : de todas las monedas de la época, la de menos valor era "la blanca" de Castilla, convertida aquí en "señora doña".
 Mas pues que su fuerza humilla
al cobarde y al guerrero,
 poderoso caballero
 es don Dinero.
Aun con ser la de menos valor, puede (humilla) a todos.
 Es tanta su majestad,
aunque son sus duelos hartos,
que aun con estar hecho cuartos
 no pierde su calidad.
Sigue jugando con el nombre de las monedas para crear imágenes irónicas: "estar hecho cuartos" (destrozado)  con el valor del "cuarto"(moneda de cobre igual a cuatro maravedís de vellón).
Pero pues da autoridad
al gañán y al jornalero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Y es que el poseerlo, insiste, iguala la condición del mozo de labranza que gana por temporadas (gañán) y del que tiene un sueldo fijo (jornal).
Más valen en cualquier tierra
 (mirad si es harto sagaz)
sus escudos en la paz
que rodelas en la guerra.
Escudos (nombre de otra moneda) frente a  rodelas (escudo medieval, pequeño y de poca protección, con una sola asa, usado principalmente por infantes )
 Pues al natural destierra
y hace propio al forastero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Poseyéndolo, no importa ser del país o extranjero.

 
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Imagino que después de admirar la maestría conceptista del genial Quevedo, la conclusión lógica es que no hemos cambiado tanto en esto ¿No es cierto?