Es la última gran obra de Leonardo, si se tiene en cuenta que siguió
retocándola hasta sus últimos años. Después de terminar el cuadro,
Leonardo llevó su obra a Roma y luego a Francia, donde la conservó hasta
su fallecimiento.
Se sabe que pasó a manos del rey francés Francisco I, quien la habría
comprado por un importe de 12.000 francos (4.000 escudos de oro), aunque
no está claro si fue en 1517, antes de la muerte del artista, o con
posterioridad a su fallecimiento en 1519.
Tras la muerte del rey, la obra pasó a Fontainebleau, luego a París y
más tarde al Palacio de Versalles. Con la Revolución francesa llegó al
Museo del Louvre, lugar donde se trasladó en 1797. En 1800 Napoleón
Bonaparte ordenó sacar el cuadro del museo y colocarlo en su dormitorio
del Palacio de las Tullerías hasta que lo devolvió al museo en 1804.
Allí se alojó definitivamente, salvo un breve paréntesis durante la
Segunda Guerra Mundial, cuando el cuadro fue custodiado en el Castillo
de Amboise y posteriormente en la Abadía de Loc-Dieu.
Hasta 2005 se ubicó en la
Sala Rosa del Louvre, y desde entonces se encuentra en el
Salón de los Estados.
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Autores del s.XX en las lenguas españolas (y premios Nobel de Literatura) nacidos en esta fecha
- de 1927,
FINA de CALDERÓN, seudónimo de
Josefina de Attard y Tello, escritora, poetisa y
compositora española recordada en su obituario, un
12 de enero de 2010.
Su carrera, principalmente musical, estuvo muy
vinculada a Toledo, ciudad que siempre la interesó artística e
históricamente; e hizo del Cigarral del Santo Ángel Custodio,
del que era propietaria, un centro de encuentro de poetas y actividades
culturales de relevancia internacional.
También creó y promovió durante
muchos años las sesiones poéticas
Miércoles de la poesía en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, apoyada por
Enrique Tierno Galván.
Impartió conferencias en numerosos países. Tras sufrir un infarto cerebral en junio de 2009,
su salud se fue deteriorando.
Dejó una obra póstuma cuya presentación fue anunciada poco después:
Toledario, un poemario dedicado a Toledo.
Otras obras:
Caracola (canción que representó a España en el Festival de la Canción de Eurovisión 1964, interpretada por Los TNT),
Primer plano (canción interpretada por Víctor Manuel en 1966), los ballet
Cancela y
El Greco, y las memorias
Los pasos que no regresan.
Ver marcharse a los amigos es como ver
marchitarse las flores. Mi pido, que se llena de flores cumpleañeras el
21 de agosto, ve con nostalgia cómo se van deshojando los pétalos que el
calor y el tiempo cruel no respeta.
El mar de finales del verano me lleva a
la meditación: ¿Cómo será la vida sin pensar?¿Cómo será la vida sin
sentir?¿Cómo aceptar la nada? Cuando la tierra nos ofrece tantos
programas, tantas tumultuosas ideas, hay que aferrarse a la fe, ya que
el túnel de la duda nos cancela la claridad.
Dios, presente en mi vida, cada día más. Dios, mi fe, mi esperanza. Cada día pido más fe, más Dios en mi vida.
Algunas veces aparece el poema que
consuela. Al poema no se le puede dar citas determinadas. Surge de una
emoción, de una llamada telefónica, de una nube, del mar, de una noche
sin sueño... El poema no tiene despertador al que obedecer. La poesía me
ha dado muchas satisfacciones. Ya he dicho que desearía este epitafio:
"Fina de Calderón. Amó la poesía e intentó servirla". (Fragmento de "Los pasos que no regresan")
- de 1936,
Luisa Isabel ÁLVAREZ DE TOLEDO y MAURA, historiadora y escritora española,
duquesa de Medina-Sidonia, fallecida el
7 de marzo de 2008. Fue habitualmente conocida con el sobrenombre de
«la Duquesa Roja» debido a sus ideales republicanos y su oposición al franquismo, que hicieron de ella una noble atípica.
Publicó varias novelas, y su obra historiográfica fue bastante polémica y controvertida.
En 1967 Luisa Isabel Álvarez de Toledo participó en una manifestación
en defensa de los agricultores que exigían indemnizaciones a raíz de la
contaminación sufrida en sus tierras por el accidente nuclear de
Palomares. Fue procesada por ello y acabó en la cárcel de Alcalá de
Henares, donde permaneció durante ocho meses en el año 1969. Fue
liberada gracias al decreto-ley de amnistía.
Tras la publicación de su libro La Huelga, el Tribunal de Orden Público emitió otra sentencia condenatoria, pero ella ya se había exiliado voluntariamente a Francia.
Tras la muerte del dictador Francisco Franco, Isabel regresó a España,
acogiéndose a la amnistía y estableciéndose en Sanlúcar de Barrameda,
donde permaneció el resto de su vida.
Dedicó gran parte de su vida a la conservación y catalogación
del Archivo de la Casa de Medina Sidonia, así como a la creación de la
Fundación Casa Medina Sidonia.
Obras literarias, entre otras: La cacería (1977), Presente infinito (1998), Las vidas sin Dios (2004).
Prefería contemplar los árboles del jardín -dos cipreses y un paraíso- a encontrarse con Carlos.
Como de costumbre, tendría algún discurso prepara-do para el primer incauto. Mezcla de palabras
inconexas e ideas archiconocidas, que todo lo más, servían como ruido de fondo al pensamiento.
Había pasado más de media hora. Tocó el claxon, sin preocuparse por el sueño de los vecinos.
Amelia apareció en lo alto de la escalinata.
-Dice la señora marquesa que pase. Se está terminando de arreglar.
-Dígale que es tardísimo, y que tengo frío. ¡Que se dé prisa!
La doncella desapareció, repitiendo la frase entre dientes. No le parecía respetuosa, pero hubiese
sido incorrecto alterarla. Al fin y al cabo, procedía de una señora.
Cristina se volvió hacia la puerta.
-¿Y la señora condesa?
-Dice que se dé usted prisa... me parece que no quiere subir.
La marquesa esparció el maquillaje con gesto malhumorado. Tenía necesidad inmediata de Marita,
para explicar un montón de cosas, que no podía contar a nadie más. Era una especie de confesor
laico, capaz de guardar cualquier secreto, siempre y cuando se olvidasen los suyos. En otros
tiempos, saltaba de escándalo en escándalo, rompiendo sistemáticamente barreras morales, en la
sociedad puntillosa que le tocó en suerte. Un buen día, sin saber por qué, las apariencias empezaron
a preocuparla. De la noche a la mañana, se transmutó en elemento “de serie”, merecedor de un
perdón implícito, que la “élite en presencia” no dudó en otorgar, reintegrando a su seno la oveja
descarriada. (Fragmento inicial de 'La cacería')
Fallecidos en esta fecha
- de 1943,
Henrik PONTOPPIDAN, escritor danés, novelista y cuentista, premio nobel de literatura en 1917. Citado en su natalicio, un
24 de julio de 1857.
Entre 1891 y 1916
Henrik produjo, posiblemente, las obras más importantes de su carrera.
Se trata de tres series de novelas irónicas, pobladas de personajes que
se esfuerzan por cambiar sus lugares en el mundo, mientras el mundo se
confabula para frustrar sus deseos. La carga de la naturaleza, como
siempre, se hace presente aquí para doblegar a los hombres bajo su peso
brutal.
La Tierra Prometida, en tres tomos (1891-1895);
Pedro el Afortunado, en ocho tomos (1898-1904); y
El reino de los muertos, en cinco tomos (1912-1916),
analizan el sistema de cosas de principios del siglo XX y muy
especialmente el mundo de las ideas y de las creencias religiosas,
atacando con enorme furia el entorno de la ortodoxia teológica en el
cual Henrik había sido criado y que odiaba con todo su corazón.
Entre sus obras:
Den Kongelige gæst (
El huésped del rey, 1908),
Mands Himmerig (
El Cielo del Hombre, 1927),
Undervejs til mig selv (
En ruta hacia mí mismo, memorias, 1943).
En una de esas pequeñas ciudades de
provincia del este de Jutlandia que se esconden entre verdes colinas al
fondo de un fiordo cubierto por la vegetación, vivía en los años antes y
después de nuestra última guerra con Alemania, el pastor de la iglesia
Johannes Sidenius. Era un hombre piadoso y severo. Tanto por su
apariencia como por su forma de vivir se distinguía claramente de los
demás vecinos de la localidad, que, por ello, durante muchos años,
habían visto en él a un forastero molesto cuyas rarezas unas veces
provocaban escándalo y otras indiferencia. Cuando se lo veía venir, alto
y serio, por las sinuosas calles de la ciudad, enfundado en su levita
gris de paño burdo y largos faldones, con los ojos ocultos tras grandes
anteojos de cristal azul oscuro y la mano aferrando el puño de un gran
paraguas de percal con el que golpeaba enérgicamente el pavimento a cada
paso, la gente no podía dejar de volverse a mirarlo. Y los que estaban
sentados tras los vidrios de las ventanas espiando la calle ser sonreían
al verlo o torcían el gesto. (Inicio de 'Per el afortunado')
.
- de 2010,
Rodolfo FOGWILL, escritor, profesor y sociólogo argentino. Recordado en la fecha de su nacimiento, un
15 de julio de 1941.
Escribió poemas, cuentos,
novelas y ensayos sobre temas relacionados con la comunicación, la
literatura y la política. Conformó la cuadrilla de docentes de la
Facultad Libre de Rosario.
Publicó su primer libro, un poemario, en 1979, al que le siguió, al
año siguiente, otro y su primer volumen de cuentos. Ese mismo año de
1980 su relato
Muchacha punk obtuvo un importante premio patrocinado por la empresa Coca-Cola, que le permitió dedicarse a escribir.
En 1983 aparece su primera novela:
Los Pichiciegos,
ambientada en la guerra de las Malvinas.
Esta obra ha sido adaptada al teatro. En 2003 ganó la beca Guggenheim
y, al año siguiente, el Premio Nacional de Literatura por su libro
Vivir afuera. En 2004 obtuvo el Premio Konex - Diploma al Mérito en la disciplina "Novela: Quinquenio 1999 - 2003".
Otras obras:
Restos diurnos (cuentos, 1993),
Lo dado (poesía, 2001),
En otro orden de cosas (novela, 2002),
Urbana (novela, 2003),
Canción de paz (poesía, 2003),
Runa (novela, 2003),
Últimos movimientos (poesía, 2004),
Un guion para Artkino (novela, 2009),
Cuentos completos (2009).
Primera decepción del lector: en
este relato soy varón. Conocí a la muchacha frente a una vidriera de
Marble Arch. Eran las diez y treinta, el frío calaba los huesos, había
terminado el cine, ni un alma por las calles. La muchacha era rubia: no
vi su cara entonces. Estaba ella con otras dos muchachas punk. La mía,
la rubia, era flacucha y se movía con gracia, a pesar de su atuendo punk
y de cierto despliegue punk de gestos nítidamente punk. El frío calaba
los huesos, creo haberlo contado. Marcaban dos o tres grados bajo cero y
el helado viento del norte arañaba la cara en Oxford Street y en Regent
Street. Los cuatro –yo y aquellas tres muchachas punk– mirábamos esa
misma vidriera. En el ambiente cálido que prometía el interior de la
tienda, una computadora jugaba sola al ajedrez. Un cartel anunciaba las
características y el precio de la máquina: 1.856 libras. Ganaban
blancas, el costado derecho de la máquina. Las negras habían perdido
iniciativa, su defensa estaba liquidada y acusaban la desventaja de un
peón central. (Fragmento de 'Muchacha punk').